El Gobierno confía en que las últimas decisiones en materia económica potenciarán la mejora del consumo, que en los últimos meses empezó a pegar la vuelta luego de una primera parte del 2024, con las ventas hundidas.
El optimismo tiene una razón particular: la utilización de los dólares que la gente tiene ahorrados, ya sea en los bancos o como un «canuto» en el colchón o en las cajas de seguridad.
Luis Caputo confía en que, allanada la posibilidad de que esos dólares puedan utilizarse, incluso para el pago en cuotas, los comercios tendrán más chances de tentar a los consumidores. Ya sea con alguna promoción especial o bien tomando el billete verde a una cotización más alta que la de mercado, como ya sucedió con algún supermercado mayorista el año pasado.
¿El Banco Central bajará las tasas de interés?
Una de las cuestiones pendientes para las próximas semanas tiene que ver con una baja de las tasas de interés.
Es muy probable que el Banco Central decida un abaratamiento en el costo del dinero para el inicio de febrero, en línea con el anuncio de la baja en el ritmo de la devaluación mensual, del 2% al 1%.
En la City, la sospecha es que esa rebaja será de al menos 3 puntos porcentuales en una primera instancia. Pero que podría ser el primero de una serie de movimientos bajistas, por un total de 5 puntos.
De ser así, la tasa de referencia de política monetaria pasaría del actual 32% al 27% anual.
Esa caída debería servir para abaratar el costo de los créditos para el consumo, que todavía se ubican muy por encima de la inflación esperada.
Hoy en día, los créditos son caros. Es verdad que algunos sectores mejoraron sus ventas gracias a la reaparición de las líneas para el consumo —como sucedió con el rubro de los electrodomésticos—, pero lo cierto es que mejoras adicionales se verán, ya sea si bajan los precios de los productos. O si cae el costo de los préstamos.
Para tener una idea: un crédito personal tiene un costo financiero total del 114% anual promedio en el sistema financiero. Muy por encima de la inflación esperada, que va del 25% al 30% para este 2025.
Y ni hablar que supera el alza de los ingresos de la población.
Si el BCRA apura un retroceso de las tasas de interés, es muy probable que los bancos apliquen esa rebaja a sus créditos.
Los créditos, un motor para el consumo
De acuerdo a los últimos registros oficiales, el crédito al sector privado se expandió 5,1% durante diciembre contra noviembre, en términos reales, de acuerdo a los datos oficiales del Banco Central. Con esta medición, el crecimiento de los préstamos a empresas e individuos fue del 86,4% —también a precios constantes— en relación con el piso de enero del año pasado.
En relación con el consumo, los préstamos personales lideran el crecimiento. «Aumentaron 8,9% en términos reales frente a noviembre, con un crecimiento interanual de 144,1%, lo que la convierte en la línea crediticia de mejor desempeño en 2024», dijo el Banco Central.
«En términos del PIB, el crédito al sector privado habría finalizado el año en 6,9% del PIB, con un incremento de 2,5 puntos porcentuales del PIB desde marzo de 2024 y 1,6 p.p. frente a diciembre de 2023», destacó el BCRA en el informe monetario mensual divulgado en las últimas horas.
El dato da cuenta de la principal apuesta del Gobierno para que mejore la actividad económica y el consumo: una expansión del crédito, que sea capaz de apuntalar las ventas minoristas.
Importaciones: la apertura impacta
En algunos nichos, como en electrodomésticos, la apertura comercial está jugando un rol decisivo. Algunos productos —sobre todo en pequeños aparatos—, la apertura de las fronteras permite una rebaja de los precios, que potencia el consumo.
Así lo atestiguan diversas cadenas consultadas por iProfesional.
Distinto es el caso de algunas líneas —como heladeras y hornos—, donde es complicado entrar al país con artículos más baratos, en forma masiva.
La inflación cede: ¿qué pasa con el sueldo?
Durante el último tramo del año pasado, los ingresos de los trabajadores le ganaron a la inflación. En octubre, por caso, la mejora promedio fue del 4,6% contra una inflación del 2,7%.
El Gobierno necesita que esa tendencia se acentúe en los próximos meses, de forma que el consumo muestre una clara mejora durante el año electoral.
Sin embargo, esa necesidad política se choca con la necesidad desde el punto de vista económico: el Gobierno pretende que la mejora del poder adquisitivo sea gradual, de forma tal que la recuperación de los salarios no se transforme en una presión inflacionaria. Sobre todo en algunos sectores sensibles.
«La baja inflación no necesariamente aumenta el poder adquisitivo. De hecho, no alcanza con esta desinflación para que suban los salarios reales. Bajo el actual esquema, el Gobierno necesita sostener la desinflación para que haya recuperación salarial», posteó el economista Federico Pastrana, un especialista en el tema.
«Si la inflación mensual se queda amesetada, los salarios reales dejan de crecer (porque se acercan cada vez más a lo que le pasa a los precios)», agregó Pastrana.