En muchos países, entre los que se incluye Argentina, la siesta forma parte de la cultura. A pesar de los cambios modernos que la alejan un poco del costumbrismo, en muchos lugares se conserva la tradición de descansar por la tarde. Sin embargo, un estudio que fue publicado en la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos hizo una importante revelación sobre la importancia de este descanso e indicó que quienes lo hacen regularmente durante el día tienen una mejor salud cerebral y un cerebro más joven.
La investigación fue realizada por especialistas en la temática del University College London (UCL) y la Universidad de la República en Uruguay. Se basó en datos recopilados de 378.000 personas de entre 40 y 69 años del Biobanco del Reino Unido, una base biomédica diseñada para recopilar información y muestras biológicas con el fin de estudiar la salud humana en ese país.
Pese a que algunos individuos demostraron tener una predisposición genética a dormir la siesta durante el día y otros no, esta investigación determinó que quienes lo hacían tenían un volumen cerebral ligeramente mayor que los que no, un signo asociado con una mejora de la salud cerebral.
A su vez, se concluyó que el mejor momento para tomar una siesta rápida es entre la una y las cuatro de la tarde. Sin embargo, se destacó que solo deben durar entre 10 y 15 minutos, ya que una más prolongada puede afectar el sueño nocturno. El organismo del cuerpo humano funciona según el ritmo circadiano, que regula los momentos de alerta y de sueño a lo largo del día. En la mayoría de las personas, entre la una y las tres de la tarde hay una bajada natural de energía, incluso si se tuvo un buen descanso durante la noche. Esta es la razón por la que después del almuerzo suele sentirse más somnolencia: no es solo por la comida, es biológico.
Victoria Garfield, investigadora principal de la Unidad MRC para la Salud y el Envejecimiento a lo Largo de la Vida declaró a la BBC que “las personas con un volumen cerebral menor son más propensas a presentar niveles más altos de cortisol (la hormona del estrés) o a un diagnóstico de apnea del sueño”.
“También observamos una contracción cerebral sustancial en personas con Alzheimer y demencia vascular”, agregó y aseguró: “Todo lo que puedas hacer para preservar el tamaño de tu cerebro el mayor tiempo posible es positivo”.
Con respecto al rango etario elegido como base para el estudio, Garfield explicó el motivo: “Intentamos centrarnos en ese punto de la mediana edad, cuando las personas empiezan a padecer enfermedades y afecciones como la diabetes y la hipertensión”. Por último, enfatizó que los beneficios a largo plazo solo se observan en personas que duermen siestas con regularidad.
En relación con los otros beneficios de tomar siestas cortas de cinco a quince minutos, se demostró que pueden mejorar inmediatamente el rendimiento mental, que puede durar hasta tres horas después de despertarse.
Cabe destacar que este hallazgo coincide con ideas y estudios previos que sugieren que las siestas favorecen la vigilia, la memoria y la velocidad de procesamiento a corto plazo, pero los beneficios más notables sobre estructura cerebral se encuentran a nivel global, no en áreas particulares.